Arctic Hotspot

El servicio personalizado de dos hermanas hace especial la cafetería Arctic Hotspot

Arctic Hotspot

Los aromas del vanilla latte y café de olla se apoderan del aire al entrar en la pequeña cafetería frente a la Escuela Preparatoria Theodore Roosevelt. La colección de pequeños pingüinos de porcelana que se exhibe en la mesada recibe todos los días a los clientes, mientras el ruido de las licuadoras promete deliciosos batidos y malteados. La cálida voz de María García, exalumna de la preparatoria Roosevelt da la bienvenida con un “ ¡Buenos días!  ¿Qué les voy a servir hoy?”.

La cafetería se llama Arctic Hotspot.

Catalina Verduzco, estudiante del 11 º grado en la preparatoria Roosevelt, ha visitado la cafetería en tres oportunidades y se enamoró del café, los sándwiches y el entorno del lugar.

“Me encantan los sándwiches de pavo porque siento que lo  hicieron especialmente para m픝, dice.

La idea de abrir la cafetería surgió durante una cena en un restaurante hace nueve años. Christina Mora, de 30 años y exalumna de la Roosevelt, y su esposo, Jonathan, de 34 años, soñaban desde hace tiempo con crear un lugar de distención en Boyle Heights para estudiantes y adultos. Christina Mora estaba en la preparatoria cuando se puso de novia y recuerda que en ese entonces no había ningún café en Boyle Heights.

Arctic Hotspot

Un garabato en una servilleta

Mientras cenaban, Mora le contó a su esposo su sueño. En una servilleta que tomó de una mesa, él dibujó un logo, un pingüino, y el diseño interior del café.

La idea del pingüino surgió a raíz del primer embarazo de Mora.

“Elegimos el pingüino porque siempre nos haría acordar a nuestros hijos”, dice Mora. “Cuando estaba embarazada de mi primer hijo, mi vientre creció mucho y comencé a caminar bamboleándome”.

Su esposo le dijo, “ ¡Tienes un caso de pingüinitis!”.

El logo tuvo como resultado un nombre contradictorio para la cafetería: Arctic Hotspot. La cafetería se inauguró el 12 de noviembre de 2005.

En la preparatoria, a Mora le encantaban las matemáticas y el programa del Centro de Formación de Oficiales de la Reserva del Ejército (ROTC). Después de graduarse, estudió ingeniería en California State Polytechnic Pomona. Sin embargo, otra pasión hizo que tomara un camino diferente.

Durante su tercer año en Cal Poly, Mora se dio cuenta que ya no sentía tanto interés por las matemáticas. Estaba embarazada y quería una profesión que le resultara más fácil para criar una familia. Se transfirió a Le Cordon Bleu Culinary Academy, lo que considera “la mejor decisión de mi vida”.

En Le Cordon Bleu, aprendió los fundamentos de la gestión de un negocio, pero la formación no la preparó para lo que en realidad significa ser propietaria de su propio negocio, los desafíos implícitos para obtener los permisos municipales y realizar remodelaciones, además de superar los obstáculos cotidianos. Dice que la falta de experiencia hizo que los primeros tres años fueran muy difíciles. Muchas veces el café estuvo a punto de cerrar.

“Si hubiera sabido más, nunca lo hubiera hecho. No habría ningún Arctic Hotspot”, dice. Luego sonríe y agrega, “pero me alegro de no haber sabido nada”.

Los primeros tres años le hubieran resultado insoportables si no fuera por el apoyo de su familia, especialmente de su hermana María García.

“Mi hermana es mi mano derecha y mi mejor amiga”, dice Mora. “Es lo que solemos llamar ‘uña y mugre’. Es todo para m픝.

García trabajó previamente para el Distrito Escolar Unificado Paramount como auxiliar docente. Pero cuando Mora le pidió ayuda, García renunció a su trabajo.

Christina Mora
Christina Mora prepara comida en Arctic Hostspot

Bienvenida personalizada

Hoy, cuando uno entra a la cafetería, vemos a García tomando los pedidos y haciendo café. García dice que se dedica de lleno a todas las cosas que emprende.

“El vínculo que tenemos con nuestros clientes se ha fortalecido con el paso del tiempo”, dice García. “Creo que la forma en que saludamos a las personas es lo que determina si el cliente decide regresar o no”.

Su amistad con los clientes los ha hecho participar en la comunidad. Además de darle comida al equipo de fútbol americano de la preparatoria Roosevelt y de encargarse del servicio de comida en los grandes eventos de la comunidad, también comenzaron recientemente a ofrecer una clase de cocina gratis en Pueblo del Sol, cerca de las calles First y Utah, el tercer miércoles de cada mes, para ayudar a que la comunidad adquiera hábitos de alimentación más sanos.

La clase está financiada por Urban Strategies, una organización sin fines de lucro dedicada a fortalecer a las familias y transformar las comunidades. Mora y García son las maestras de esta clase.

“Las recetas y alimentos provienen de varios países y esto es lo que hace que la clase sea muy interesante”, dice García.

Margarita Severiano, de 45 años, que vive en Pueblo del Sol, participó de todas las clases.

“Aprendí mucho sobre la cocina y recibí muchos conocimientos”, dice. “Las recetas que ofrecen son simples, perfectas y sumamente sanas”.

Ya sea para asistir a la clase de cocina mensual, pedir sus batidos tan populares o acercarse simplemente para saludar, a los clientes les encanta Arctic Hotspot. Andrea Romero, que se graduó recientemente de la Roosevelt, lamenta el hecho que ya no podrá visitar con tanta frecuencia este lugar tan popular frente a la preparatoria.

“Me caen muy bien las dos señoras’, comenta sobre García y Mora. “Siempre saben cómo dejarme contenta, ya sea con sus agradables personalidades, sus sabrosos sándwiches o las deliciosas malteadas con galletas Oreo.  ¡Me fascinan!”.

Arctic Hotspot está ubicado en 2509 E. Fourth St., Los Angeles, CA 90033.

Todas las fotos de Kevin Martinez.

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