Alto porcentaje de aceptación a universidades, algunos a las más prestigiosas del país

Gerardo Lerena tuvo que tomar una decisión que causaría envidia a la mayoría de los estudiantes del 12 º grado: elegir entre estudiar en Yale, Princeton o MIT.

Gerardo Lerena, alumno con las calificaciones más altas de su generación, con su familia después de la graduación de la Preparatoria Theodore Roosevelt.

“Nunca imaginé que me vería en la situación de tener que elegir entre estas universidades”, dice Lerena. “Seleccionar una de ellas fue un proceso que me hizo añicos los nervios”.

Lerena fue el alumno más destacado de la Escuela Preparatoria Theodore Roosevelt y se graduó este año con un promedio de calificaciones de 4.28. Decidió comenzar sus estudios este otoño en Princeton University, en el estado de New Jersey.

Cuando los estudiantes cursa el 12 º grado de la preparatoria, dedican una parte importante de su tiempo a completar las solicitudes y esperar la res-puesta de las universidades, más allá del vecindario en que vivan los alumnos. En Boyle Heights, menos del 3% de los residentes tiene un título universitario, según la Oficina del Censo de EE.UU., por lo tanto, muchos de los estudiantes que se gradúan de preparatoria serán los primeros en su familia en asistir a la universidad. Y más aún, algunos asistirán a las mejores universidades del país.

Este otoño, al menos siete estudiantes de Boyle Heights asistirán a las universidades “Ivy League”, las más selectas del país. Cuatro de estos estudiantes son de la Escuela Preparatoria Magnet Bravo, que este otoño enviará al 57% de sus graduados a instituciones universitarias con programas de cuatro años. De la Roosevelt, dos estudiantes estudiarán en universidades “Ivy League”.

Los administradores no han calculado todavía cuántos estudiantes de la Roosevelt asistirán este otoño a universidades con programas de cuatro años, pero afirman que tres cuartas partes de los alumnos del 12 º grado cumplen con los requisitos mínimos necesarios para asistir a una universidad de cuatro años. En el Centro de Aprendizaje Felicitas y Gonzalo Méndez, el 82% de sus 72 graduados en junio estudiará en universidades con programas de cuatro años.

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Los estudiantes de Boyle Heights tuvieron éxito al ser aceptados en universidades “Ivy League” a pesar de que este año fue más difícil de ingresar que lo normal a muchas de las mejores universidades del país. Muchos aceptaron una cantidad menor de aspirantes que en los años anteriores. Este año, Yale tuvo un índice de admisiones de 6.8%, en comparación con 7.35% del año pasado, mientras que Harvard registró el porcentaje más bajo de admisiones, 5.9% en comparación con 6.2% el año anterior.

Como muchos de sus compañeros que se graduaron del 12 º grado, la lengua materna de Lerena era el español, lo que significó un desafío adicional para sus estudios. En la preparatoria corrió dos maratones con el programa Students Run L.A. y fue miembro del equipo de carrera de campo traviesa de atletismo. También pasó siete semanas en Princeton, como parte de Leadership Enterprise for a Diverse America (LEDA), un programa de liderazgo para estudiantes.

Una beca completa
Lerena recibió la beca Gates Millennium Scholars Award de la Fundación de Bill y Melinda Gates, fundada por el presidente de Microsoft y su esposa. Esta beca se otorga todos los años a 1,000 estudiantes del 12 º grado y cubre todos los costos de educación después de la preparatoria, lo que puede incluir programas de grado y posgrado.

Stephanie Haro, otra residente de Boyle Heights, también debió elegir entre tres universidades muy selectas. Esta estudiante graduada de la Escuela Preparatoria Garfield fue aceptada en las universidades de Harvard, Dartmouth y Brown. Después de un cuidadoso análisis, decidió asistir a la universidad Brown este otoño, ya que los estudiantes con los que habló durante su visita le dijeron que estaban muy contentos con Brown.

Haro se esforzó mucho para prepararse para la universidad. Formó parte del equipo de decatlón académico de su escuela durante tres años, hizo una pasantía en Jet Propulsion Laboratory (JPL) de Pasadena, y participó de un programa de ingeniería durante seis semanas en MIT. Haro cuenta que para motivarse se hacía las siguientes preguntas: “ ¿Quién soy?  ¿Qué quiero hacer con mi vida?  ¿Cuáles son las cosas que me generan una gran pasión?”.

Ayuda de la consejera
Teresa Carreto, la consejera universitaria/profesional de la preparatoria Roosevelt, dice que no todos los estudiantes cuentan con motivación propia, y con frecuencia debe trabajar con ellos para inculcarles dicha motivación. “Les ayudamos a creer que pueden lograrlo, porque sabemos que pueden”, dice.

En una comunidad donde la mayoría de los padres no se graduaron de la preparatoria, Carreto señala que muchas veces a los estudiantes les falta el apoyo necesario para alcanzar sus metas en la educación superior. Sus padres desean ayudar, pero con frecuencia no pueden hacerlo porque les faltan estudios superiores.

Sofía Arévalo, la estudiante con las segundas calificaciones más altas de toda la preparatoria Roosevelt, llegó a los Estados Unidos cuando tenía ocho años. No hablaba inglés. La escuela le resultó difícil, pero mientras estudiaba en la Escuela Secundaria Hollenbeck, su familia la animó a esforzarse para alcanzar su sueño de convertirse en ingeniera mecánica. La muerte de su abuelo, que ocurrió durante sus años en la preparatoria, hizo que al principio esto fuera una distracción, pero con el tiempo la motivó a plantearse un desafío y destacarse en sus estudios.

Todo su esfuerzo dio frutos. La aceptaron en la prestigiosa Facultad de Ingeniería de la Universidad de California, Berkeley, donde comenzará sus estudios en el otoño. Como hace tres años que se convirtió en ciudadana de EE.UU., pudo obtener ayuda financiera del gobierno. “Estoy muy contenta y agradecida porque no muchos estudiantes tienen la misma oportunidad que yo”, dice Arévalo.

Si bien más estudiantes de la zona están asistiendo a la universidad, los recientes recortes al presupuesto y la pérdida del programa de preparación universitaria “Gear Up” de las escuelas de Boyle Heights podrían poner en riesgo estos avances a futuro. “Desafortunadamente, la educación no es una prioridad en el estado de California”, señala Carreto, agregando que la pérdida del programa “Gear Up” perjudicará concretamente a los estudiantes de la comunidad.

Si bien los estudiantes deben superar grandes obstáculos, Arévalo espera que los jóvenes de Boyle Heights continúen mejorando su desempeño académico. “El viaje para cumplir nuestros sueños puede resultar agotador, pero al final vale la pena hacerlo”, agrega.

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