Rene Rivera in "King of the Desert" at Casa0101 Theatre/ Photo credit: Andrew Roman

Estados Unidos siempre ha sido considerado un pilar de esperanza y la posibilidad de una vida mejor para los inmigrantes provenientes de países de todas partes del mundo. Para las familias latinas que emigran de México, esta experiencia conlleva dificultades políticas y económicas, pero también hace surgir temas de identidad cultural para las futuras generaciones. La identidad como mexicano-estadounidense plantea muchas preguntas sobre quiénes somos y lo que esto significa. Para algunos la búsqueda de la identidad cultural se transforma en un viaje de por vida.

La obra “The King of the Desert” (El rey del desierto) que fue estrenada recientemente en Casa0101 Theater y contó con el beneplácito de los críticos, cuenta la historia de la experiencia mexicano-estadounidense a través de un hombre que busca descubrir exactamente lo que significa su identidad. Basada en la vida del actor René Rivera, que se crió en un barrio de San Antonio, Texas durante la década de 1970, la historia nos invita a realizar un viaje de autoexploración al tiempo que Rivera sigue sus sueños de ser actor y experimenta el significado del matrimonio y la paternidad. Escrita por su esposa, Stacey Martino, bajo la dirección de Sal Romeo, la obra hace énfasis en la forma que la percepción de nuestra propia identidad cultural afecta a nuestros hijos.

La audiencia de Casa0101 quedó cautivada de inmediato por la obra al oír los gritos de Rivera fuera del escenario. “ ¡Sé exactamente quién soy!” En medio de susurros silenciados y personas inclinada en sus butacas para poder identificar el rostro de esa poderosa voz, un miembro del público se levantó de su asiento para echar un vistazo por la puerta. Rivera irrumpe en el escenario, repitiendo a gritos que sabe exactamente quién es.

Rivera continúa con un hermoso retrato de sus padres, la primera generación de mexicanos-estadounidenses, que hicieron todo para criar a seis hijos. Antes de perderse en el alcoholismo, el padre de Rivera era un hombre respetuoso y un músico muy alegre, mientras que su humilde madre intenta encontrar las fuerzas para criar a otro hijo en un mundo lleno de problemas.

La vida en los años 70 en Texas era alienante, tanto para los mexicanos como para los mexicanos-estadounidenses. Con el surgimiento y crecimiento del Movimiento Chicano en todo el país, Rivera era consciente de la creciente discriminación contra los mexicanos-estadounidenses, una perspectiva que todavía considera que persiste para su grupo cultural.

“En aquel entonces era un territorio desconocido y muchos mexicanos-estadounidenses eran segregados, a diferencia de la realidad actual en que estamos más integrados”, señaló Rivera.
Debido a una experiencia de acoso por parte de la policía en su propio hogar y un hermano mayor delincuente a quien admiraba, la infancia de Rivera no estuvo ajena a los estereotipos y al racismo, y su forma de escape fueron los cuentos de su padre sobre la herencia cultural y los reyes de antaño. Según la opinión de Rivera, los mexicanos-estadounidenses y su identidad cultural han experimentado varios cambios desde entonces.

“La década de 1970 fue una época mucho más política, los chicanos hablaban sobre el orgullo chicano, y si bien ahora somos más, creo que algunas personas, desafortunadamente, se sienten intimidadas por eso y siguen queriendo mantener una imagen particular sobre cómo debería ser el rostro de Estados Unidos. Por eso pienso que el racismo continúa; antes era odio y ahora es temor”, dijo Rivera.

Como muchas experiencias de adultos jóvenes que experimentan el mundo real, la transición de Rivera a la escuela de teatro en Nueva York fue difícil y solitaria, y pasó mucho tiempo deseando oír la voz de su madre y tener noticias de su amigo con quien compartió las travesuras de la infancia. Después de un largo camino, Rivera es un actor que pasa de un pesonaje a otro con fluidez, elegancia y gracia. Acompañado por una puesta en escena cautivante y de mucha riqueza cultural, la audiencia quedó fascinada con una serie de proyecciones en video que incluía motivos aztecas, mexicanos y estadounidenses.

La opción de Rivera por el matrimonio y la paternidad le ayudó a entender en última instancia su identidad, no según los estándares culturales sino por lo que realmente implican. No solo es mexicano-estadounidense, también es hijo, hermano, padre y esposo.

“Es un sentimiento que todos esperamos experimentar cuando somos capaces de tomar distancia de nosotros mismos y podemos cuidar y amar a otra persona incondicionalmente, sin importar de qué cultura provenimos”, dijo Rivera. “Se trata realmente de dar algo a las personas que queremos, a nuestras familias, más allá de todas sus faltas, y a la gente en general. “Se trata de ser más humanos”.

“King of the Desert” en Casa 0101, 2102 1st Street, Los Angeles. Viernes y sábados 8 p.m., domingos 7 p.m., del 27 de enero al 12 de febrero de 2012. Entradas: $20 – $15 dólares. Llame al (323) 263-7684 por reservaciones o visite www.CASA0101.org.

Nataly Chavez

Nataly Chavez is currently a film student at The Los Angeles Film School and does freelance entertainment writing for Campus Circle. She is has just finished writing her first short script which she will...

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