Un vendedor ambulante en East L.A. voltea un pollo en la parrilla el 5 de agosto de 2025. (Andrew Lopez/Boyle Heights Beat)

Sentada a la sombra de un edificio en Boyle Heights, María miraba hacia la esquina en busca de posibles clientes.

Su puesto de frutas frescas y botanas estaba cuidadosamente acomodado en una mesa cercana, mientras un chihuahua dormía tranquilo a sus pies.

María es indocumentada. Durante casi dos décadas ha trabajado como vendedora ambulante. A pesar de su miedo a ser arrestada por agentes de inmigración, dice que no tiene otra opción más que seguir trabajando.

“Si no me gano la vida, no tengo dinero para comer”, dijo María, agregando que recibe muy poca ayuda del gobierno. “La única ayuda que me dan es el doctor, nada más… Yo tengo que buscar la manera de comprar mis cositas para comer.”

Aunque la frecuencia de las redadas de ICE ha disminuido en las últimas semanas —tras una orden judicial temporal de un juez federal—, la amenaza no ha desaparecido. A lo largo de los corredores más transitados del Este de Los Ángeles, negocios que habían sido duramente golpeados por la falta de clientes poco a poco comienzan a ver más movimiento. Pero para muchos vendedores ambulantes indocumentados como María, dejar de trabajar nunca fue una opción.

Un taquero indocumentado en East L.A., que pidió no ser identificado, dijo que ha visto caer su negocio en un 50% desde que comenzaron las redadas. Se tomó una semana libre en junio y solo regresó porque necesitaba pagar “la renta, los recibos, el seguro del carro, todo”, contó.

Incluso los vendedores con estatus legal han sentido el miedo. Mayra Díaz, quien vende productos de belleza en Boyle Heights, no confía en que sus papeles la protejan. Dijo que ha visto en las noticias y en redes sociales cómo los agentes de inmigración hacen perfiles raciales.

“Con papeles o sin papeles, [los agentes de inmigración] lo pueden agarrar a uno y llevarse. Pero yo tengo que trabajar”, dijo una tarde reciente. “No hemos juntado lo suficiente ni para la renta ni para comer. Hoy no he hecho ni un dólar. Desde que empezó esto no hay nada porque la gente tiene miedo. Tienen miedo de salir a comprar. Pero nosotros tenemos que estar aquí trabajando.”

La venta ambulante es más que sobrevivencia: es una parte significativa de la economía de la ciudad.De acuerdo con Economic Roundtable, una organización local sin fines de lucro dedicada a la investigación, la industria de la venta ambulante genera más de 500 millones de dólares para la economía local. Un estudio del 2015 realizado por el grupo muestra que los vendedores ambulantes no solo impulsan la economía local, sino que también pueden contribuir a reducir los índices de criminalidad en los vecindarios donde trabajan.

Un vendedor ambulante camina por la avenida Cesar E. Chavez en Boyle Heights. (Andrew Lopez/Boyle Heights Beat)

Defensores de vendedores ambulantes intensifican su apoyo

Luis Morán, de Inclusive Action for the City, una organización sin fines de lucro con sede en Boyle Heights que promueve la justicia económica, dijo que ha sabido de vendedores que se han tomado entre cuatro y cinco semanas fuera de las calles, solo para regresar a esquinas o banquetas donde su clientela habitual ya no está.

“No es solo la dificultad económica… algunas personas han expresado que, de cierta forma, han perdido su dignidad. Es como decir: ‘No sé cómo mantener a mi familia porque no puedo trabajar. Esto es lo único que sé hacer’”, explicó Morán.

En respuesta, el grupo ha impulsado varias iniciativas para ayudar a los vendedores a recuperar ingresos, incluido el programa Hire a Vendor, que conecta a negocios con vendedores para servicios de banquetes y eventos. Hasta la fecha, se han entregado casi 80,000 dólares directamente a vendedores ambulantes a través de más de 160 oportunidades este año, indicó. La organización también ha recaudado cerca de 200,000 dólares para apoyar a vendedores que han perdido ingresos desde que comenzaron las redadas.

Una familia vendedora que se ha beneficiado de los programas de Inclusive Action es Edwin y su padre. Edwin tiene estatus legal, pero su papá no. Durante años, el dúo padre e hijo ha vendido nieve de garrafa, un estilo de helado artesanal, en distintas zonas del Este de Los Ángeles. Sin embargo, cuando iniciaron las redadas de ICE, el padre de Edwin tuvo que alejarse del negocio por miedo a los agentes de inmigración.

“Este programa ha sido de gran ayuda, porque no solo es una garantía de dinero y de servicio, sino también una garantía de seguridad para poder salir y hacer su trabajo”, dijo Edwin, quien agregó que, desde que comenzaron las redadas, el negocio familiar ha visto caer sus ventas en más de un 50%.

El flujo peatonal ha regresado poco a poco a la avenida Cesar E. Chavez. (Andrew Lopez/Boyle Heights Beat)

Una red de vendedores unidos

Gutiérrez, un vendedor de frutas con muchos años en el Este de Los Ángeles, dijo que no tuvo más opción que seguir trabajando a pesar del miedo.
Pero reconoció que algo positivo ha surgido de la ansiedad que viven vendedores como él: un sentido de unidad y solidaridad entre los vendedores ambulantes.

“Otros vendedores, especialmente los que están cerca de mí, siempre nos cuidamos unos a otros”, comentó Gutiérrez, agregando que muchos de sus vecinos en la comunidad están a solo una llamada de distancia. Otra vendedora en la esquina compartió el mismo sentimiento.

“Todos los vendedores aquí nos comunicamos sobre lo que ocurra”, dijo ella.

Aunque ese apoyo comunitario les ha ayudado a mantenerse vigilantes, no está claro cuánto tiempo podrán resistir bajo el peso de la incertidumbre.

Jesús, un vendedor de comida en East L.A., contó que dejó de vender durante una semana por temor a la migra, pero regresó a su ubicación habitual por necesidad. Vio que un juez federal suspendió las redadas el mes pasado, pero no está convencido de que se hayan terminado —especialmente porque la vigilancia ha continuado en lugares como los estacionamientos de Home Depot.

“Ganarse la vida en la calle no es fácil, pero todos tenemos que vivir de algo”, dijo Jesús.

Nota de la redacción: En esta historia, Boyle Heights Beat identifica a algunas fuentes solo por su nombre o apellido para proteger su identidad debido a preocupaciones relacionadas con la aplicación de las leyes de inmigración.

Andrew Lopez is a Los Angeles native with roots all over the eastside. He studied Humanities at Pasadena City College and transferred to San Francisco State University to study Broadcast and Electronic...

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