Un hombre se inclina hacia adelante, estirando el cuello para echar un vistazo al autobús que se acerca lentamente. Busca desesperadamente en el bolsillo algunas monedas para completar el pago de su boleto. La escritora Marisela Norte lo observa, fascinada con cada uno de sus movimientos.
“Está observando a la humanidad, desde ciertos rincones. Nos proporciona la materia prima”, dice Roberto Cantú, profesor de estudios chicanos de California State University Los Angeles.
Norte, de 55 años, es una escritora que vive en el Este de Los Angeles y, a diferencia del mundo basado en blanco y negro, ella percibe diferentes tonalidades de colores. Toma elementos de la vida en las calles para contar cuentos sobre interacciones humanas que si bien con frecuencia pasamos por alto, nos revelan sentimientos muy descarnados.
“Si quieres saber sobre París, lee novelas de Balzac”, dice Cantú. “Si quieres comprender a la Ciudad de México, debes leer a Carlos Fuentes”.
Marisela Norte, agrega Cantú, “es el pasaporte para entender Los Angeles”. Norte, de padres mexicanos y cuenta también con ascendencia judía, creció en el Este de Los Angeles, donde su entorno se convirtió en un escenario fundamental para sus obras de ficción, poesía y artes dramáticas.
Las “estrellas cotidianas” de Norte son personajes locales, como la anciana que carga con sus frutas y verduras al hogar, el hombre que bebe en un bar, y los niños que juegan en el Cementerio Evergreen. Norte es una observadora de la clase obrera. “Tiendo a observar a personas de las que probablemente nunca oímos ni mucho menos leemos sobre ellas”, señala. “Esas son las vidas que me resultan más interesantes”.
TESTIGO DE LA VIDA COTIDIANA
El primer libro de cuentos de Norte, “Peeping Tom Tom Girl”, está narrado por una mujer que escucha conversaciones ajenas, es testigo y observa el transcurso de la vida. “Soy una mirona como ‘Peeping Tom Tom Girl’”, dice, “y desde el lugar donde me siento en el autobús, he recorrido, sido testigo y me he dejado invadir por las vidas de ella”.
Si bien muchos de los círculos literarios consideran a Norte un ejemplo de la creciente cantidad de escritores chicanos en la actualidad, ella rechaza la mayoría de las calificaciones, como la de poeta, católica, judía o chicana. En un cuento llamado “976 Loca”, Norte habla sobre quitar las etiquetas de la ropa comprada en tiendas de rebajas, y lo compara con su rechazo a las etiquetas impuestas a las personas.
En vez, prefiere describirse como pasajera en el autobús, amiga, amante, prima, hermana, una persona que le gusta ir de compras por César Chávez Avenue.
RAÃCES DE UNA ESCRITORA
Desde que era niña, Norte mantuvo en privado su gusto por la escritura, hasta que un día vio una publicidad sobre un taller para escritoras latinas en una zona difícil del centro de Los Angeles. Luego de persuadir a su reacio padre a que la llevara en coche hasta allí, Norte entró en el salón y reunió el valor para leer sus historias en voz alta.
Recuerda la reacción del grupo. “ ¿Dónde has estado? ¿Cómo puede ser que no te conozcamos?”, dijo la gente. Norte acababa de abrir la puerta a su futuro como escritora e intérprete de la palabra hablada.
UNA TEMPORADA EN UN “CIRCO”
Pronto, Norte comenzó a experimentar con otras formas de arte y participó brevemente en el influyente grupo de representaciones artísticas conocido como Asco, que surgió en el Este de Los Angeles en la década de 1970. Norte comentó sobre su experiencia con Asco: “Solo diré que era un circo. Siempre quise darme a la fuga y unirme a un circo, y lo hice”.
“Marisela subió al escenario y participó de uno de los actos, y realmente disfrutamos mucho de la forma en que la gente le respondió tanto a ella como a su originalidad”, dice Glucio “Gronk” Nicandro, sobre la primera vez que Norte actuó con Asco. Nicandro, un artista visual de fama internacional, fue uno de los miembros originales de Asco. A lo largo de los años, Nicandro y Norte generaron una amistad muy estrecha, y continúan considerándose una fuente de inspiración mutua.
“Creativamente hablando, la tienen sin cuidado muchas de las nociones sobre lo que se espera de ella, como mujer en particular”, dice Nicandro. “El entorno que está explorando, esa es la originalidad de su trabajo, algo que invita a la participación y es poético”.
A una edad muy temprana, Norte descubrió su pasión por el cine, la fotografía y la literatura, todos intereses motivados por su padre, un proyeccionista de películas, y su madre, una ávida lectora. Más tarde, su pasión por el cine y el arte se convirtieron en algo más complejo.
Su padre le dijo que toda la ciudad Los Angeles podría ser de ella. Norte tomó esa invitación con toda seriedad. Hoy no puede resistir el deseo de escribir y tomar fotografías de lo que ve en las calles. Fue descubriendo y comprendiendo que el arte está en todas partes de la ciudad, incluyendo en las interacciones entre las personas.
“Peeping Tom Tom Girl”, su colección de cuentos, fue publicada en el 2008. Norte dijo que ese libro era “una asignatura pendiente hace mucho tiempo”.
Cantú recomienda el libro de Norte a sus estudiantes porque considera que conecta a las personas y las hace analizar la vida en Los Angeles. Los cuentos de Norte le han hecho ver a su ciudad desde una nueva perspectiva, dice.
“Ahora tengo ganas de tomarme el autobús”, dice Cantú, mientras ojea las páginas de “Peeping Tom Tom Girl”. “Ella es capaz de hacer cosas que ni mis ojos ni mi imaginación podrían replicar”.