
Las calles de Boyle Heights se parecen a una galería de arte, donde las paredes funcionan como grandes lienzos donde plasmar obras de arte. Las imágenes de varios símbolos del orgullo indígena e hispano relatan historias del pasado, y los colores -aunque ahora desteñidos- de los murales con varias décadas de antigüedad continúan iluminando a la comunidad.
Sin embargo, muchas personas caminan junto a ellos sin ser realmente conscientes de su importancia. Muchas de estas obras de arte están abandonadas. Algunas sufren actos de vandalismo y blanqueamiento, lo que causa que su rica historia vaya desapareciendo.
Los murales se convirtieron en un medio muy popular durante el Movimiento Chicano de la década de 1970, época en que los artistas comenzaron a plasmar sus especiales relatos en las paredes de todo el lado este de la ciudad. En aquella época, a los chicanos les faltaba representación en la vida pública, no tenían una voz fuerte en las elecciones ni contaban con representantes electos. Los murales se convirtieron en la forma de comunicarle a la comunidad sus inquietudes sobre la brutalidad policial, la inmigración, las drogas, la violencia de las pandillas y otros temas asociados con la vida en la pobreza.
“Los artistas de la década de 1970 se vieron fuertemente influenciados por los movimientos sociales progresivos”, señala Evonne Gallardo, directora de Self Help Graphics and Art, un centro de arte de la comunidad famoso por iniciar a artistas latinos en la creación de grabados.
Wayne Healy, de 65 años, es cofundador de East Los Streetscapers, un colectivo artístico que nació del movimiento chicano. Healy pintó algunos de los murales más famosos de Boyle Heights, como Life Flows at Aliso Pico, ubicado en First Street y Clarence Street, y El Co-rrido de Boyle Heights, en la esquina de Soto Street y César Chávez Avenue.
Este artista considera la Moratoria Nacional Chicana, que tuvo lugar el 29 de agosto de 1970, como “el despertar” de los muralistas que tomaron su inspiración de las manifestaciones de los chicanos. Ese día, unos 30,000 manifestantes marcharon por las calles del Este de Los Angeles pidiendo el fin de la guerra de Vietnam, donde morían miles de mexicanos-estadounidenses.
UN PUNTO DE INTERÉS PARA LOS TURISTAS
En la actualidad, el arte público en Boyle Heights se pueden encontrar libros relatando la historia de estos murales, que también ha captado la atención de visitantes con fines artísticos. Healy lo llama “turismo cultural”. Mientras que los visitantes perciben los murales como obras de arte plasmadas en las paredes de la ciudad, los miembros de la comunidad los ven como sus vidas, su cultura y su lucha.

Hoy los murales han cambiado de muchas maneras. La popularidad de los murales estilo graffiti ha crecido consi-derablemente. Exposiciones como Art in the Streets, que se presentó este verano en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Angeles, introduce una nueva generación de muralistas, que combinan elementos artísticos con nuevos estilos de graffiti.
No obstante, el arte del graffiti, también conocido como arte con aerosol, continúa asociándose negativamente con el “paqueo” de las pandillas, porque en ambos casos se usa el aerosol para escribir símbolos o nombres sobre una superficie visible. A diferencia del “plaqueo”, el arte del graffiti se caracteriza por un estilo que trasciende la auto-representación o el reclamo violento del territorio; es una expresión del talento artístico.
Sin embargo, el “plaqueo” tanto en los murales como en las paredes de la comunidad es un problema que los residentes, los líderes de la ciudad y los artistas callejeros buscan solucionar. Aunque hay varios grupos en Los Angeles que trabajan para conservar los murales, es difícil evitar que sean destruidos.
“Antes estos murales nunca eran víctimas del ‘plaqueo’, señala Isabelle Rojas-Williams, directora ejecutiva de Mural Conservancy of Los Angeles (MCLA). “Había respeto por la comunidad”.
“PLAQUEO” REALIZADO POR ADOLESCENTES
Cuando Raúl González, muralista de Boyle Heights, observa a los jóvenes “plaqueando” estos murales supone que “eso significa que tienen un problema en casa o consigo mismos”. “No culpo a los jóvenes. Los murales ya no tienen un mensaje vigente [para ellos]”.
La ley de Conservación de Obras de Arte de California multa a las personas que destruyen intencionalmente las obras de arte, incluyendo murales. Sin embargo, se continúa “plaqueando” murales en vez de paredes en blanco.
Si “plaquean” una pared en blanco, la ciudad o el propietario puede retirar el graffiti de inmediato. Sin embargo, si se “plaquea” un mural que cuenta con los permisos municipales adecuados, la ley exige que el artista sea notificado con 90 días de anticipación antes de blanquear el mural.
“El orgullo y el amor por nuestra ciudad deberían obrar como la máxima protección de estos murales”, señaló Rojas-Williams.