José Quiróz (left) and Felipe Rodríguez (right) play chess at Benjamin Franklin Library. Today’s libraries function as community centers as well as book repositories. / Photo by Jessica Perez
José Quiróz (izq.) y Felipe Rodríguez (der.) juegan ajedrez en la biblioteca Benjamin Franklin. Hoy día las bibliotecas sirven como centros comunitarios así como repositorios de libros. / Foto de Jessica Pérez

El viaje en tren de tres horas desde UC Santa Barbara a su hogar en Boyle Heights se convirtió para Carlos Aldape en un ritual semanal. Los platos caseros de su madre son un gran atractivo, al igual que la Biblioteca Robert L. Stevenson, ubicada a tan solo unas pocas cuadras del hogar de su infancia.

Cuando era niño, Aldape, de 21 años, visitaba la biblioteca todos los días después de clases. Hacía sus tareas escolares, pedía libros prestados para leer en los ratos libres y usaba Internet.

“Cuando era pequeño, mi madre siempre nos llevaba a la biblioteca para buscar libros o videos”, dijo Aldape, que a los 12 años llegó a Estados Unidos desde México con sus padres. “Las visitas a la biblioteca me ayudaron a mejorar mi inglés, ya que leía mucho, pedía libros prestados y hablaba con adultos”, dijo Aldape. “Elegía los libros para niños pequeños para aprender inglés rápido”.

Incluso al día de hoy, Aldape depende del acceso gratis a Internet que ofrece la biblioteca, ya que sus padres no pueden pagar la conexión en el hogar, y además es un lugar tranquilo para estudiar y reunirse con amigos. “Si no tuviera la bi-blioteca, no sé qué haría”, dice.

En la actualidad, las bibliotecas son mucho más que un gran depósito de libros. Se han convertido en lugares de confort y de aprendizaje donde los residentes pueden reunirse e interactuar. Los usuarios asiduos se reúnen allí para hacer sus tareas domiciliarias, asistir a eventos de la comunidad y socializar.

El Sistema de Bibliotecas Públicas de Los Angeles es uno de los más grandes del país y presta servicios a unos 3.8 millones de personas. Cuenta con una biblioteca central y 72 sucursales.

En Boyle Heights, la biblioteca complementa el aprendizaje de aquellos que asisten a la escuela y funciona como centro educativo para las personas que no pueden asistir a una escuela. Los padres del vecindario trabajan muchas horas y no tienen los recursos ni los conocimientos del idioma necesarios para ayudar más a sus hijos con las tareas domiciliarias. Las familias también disfrutan de la conexión gratis a Internet y de los programas de lectoescritura y apoyo escolar.

Las bibliotecas de Boyle Heights se han convertido también en un centro de la vida de la comunidad y representan un gran beneficio para los residentes de esta zona.

JAQUE MATE
Para Felipe Rodríguez, de 56 años, la biblioteca local Benjamín Franklin de Boyle Heights, es un lugar que ofrece tranquilidad. Durante el día trabaja con pinceles y rodillos en obras de construcción, pero desde hace ocho años, logra escaparse de su rutina diaria y visita la biblioteca para jugar al ajedrez varias noches a la semana. A Rodríguez este juego le trae buenos recuerdos de cuando enseñaba ajedrez a los niños en Tlaxcala, México, hace más de 30 años. A lo largo de los años, ha entablado una buena amistad con las personas con las que comparte el juego en la biblioteca.

El grupo de ajedrez de Rodríguez se compone aproximadamente de una docena de personas. Si bien el grupo no enseña a jugar ajedrez a otros, Rodríguez espera poder organizar una pequeña clase de ajedrez similar a la que tenía en México. La biblioteca es el lugar perfecto para hacerlo, dice. Es un lugar tranquilo y las personas pueden jugar sin que se las moleste.

“Tener un lugar así es prácticamente educativo, donde hay siempre respeto para toda la gente, entonces uno está en un ambiente bonito, y yo creo que eso es agradable”, dijo Rodríguez, sin levantar nunca la mirada del tablero de ajedrez.

Muchos usuarios de la biblioteca de Boyle Heights son padres que desean poder ayudar a sus hijos con las tareas o que simplemente desean inculcarles el gusto por aprender. Con frecuencia, estos padres descubren los servicios que ofrece la biblioteca por accidente, pero una vez que los conocen, se aseguran de usarlos asiduamente. Algunos padres no manejan muy bien el inglés y el personal de la biblioteca puede recomendarles recursos para sus hijos.

Ayuda para los padres inmigrantes
Por ejemplo, Alma Barajas participa con sus dos hijas del programa de lectura para niños Grandparents and Books (Abuelos y libros), conocido generalmente como GAB, que ofrece sesiones de lectura de 30 minutos en la Biblioteca Malabar. Ella y sus hijas llegan temprano para encontrar un buen lugar donde sentarse. Los niños esperan con mucho entusiasmo a la persona voluntaria del programa GAB que les lee, practica co-nocimientos fonéticos y les ayuda a aprender palabras nuevas. Los niños pequeños participan con entusiasmo en estos ejercicios ya que los perciben como un juego, no como clases. Cinco horas por semana las hijas de Barajas practican el alfabeto y aprender a leer.

Barajas no quiere que sus hijas tengan las mismas dificultades que ella tuvo con el inglés. “Cuando yo estaba chiquita, como nada más hablábamos español, me dificultaba en la escuela, hablar en inglés, hablar enfrente de la clase”, dijo.

Hace seis meses que lleva a sus hijas a la biblioteca local y este lugar se ha vuelto una parte tan fundamental en sus vidas, que cuando no pueden ir se disgustan mucho.

“Se enojan”, dijo Barajas. “A veces no podemos venir y ellas quieren venir”.

Bibliotecas para todos
La Biblioteca Pública de Los Angeles ofrece muchos servicios, entre ellos les préstamos de libros, uso de computadoras, DVD y VHS, además de programas de alfabetización. Las tres bibliotecas de Boyle Heights son:

Ӣ Biblioteca Benjamin Franklin, 2200 E. 1st Street; (323) 263-6901
Ӣ Biblioteca Malabar, 2801 Wabash Avenue; (323) 263-1497
Ӣ Biblioteca Robert Louis Stevenson, 803 Spence Street; (323) 268-4710

Las tres bibliotecas tienen el mismo horario de servicios: domingos cerrado. lunes, miércoles y sábados: de 10 a.m. a 5:30 a.m.; martes y jueves: de 12:30 a 8 p.m. y viernes: de 1:30 a 5:30 p.m.

Cada biblioteca cuenta con un salón de juntas que puede reservarse. Además de los servicios tradicionales, las bibliotecas locales ofrecen diversos eventos y exhibiciones especiales. Puede obtener más información en el sitio en Internet de la Biblioteca Pública de Los Angeles: www.lapl.org

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