Hace 25 años que Arturo Ramírez deambula por la misma intersección de First Street y Boyle Avenue con un instrumento en mano y un repertorio de muchas canciones.
Pero en los últimos años, la Plaza Mariachi de Boyle Heights ha estado bastante tranquila. Los mariachis se han visto afectados por la recesión económica, obligando a algunos a bajar sus tarifas, algo que Ramírez considera que denigra a la profesión.
Este 12 de diciembre, Ramírez y más de 100 mariachis piensan realizar una marcha por Broadway en el centro de Los Angeles para luchar contra la explotación y exigir la legalización de todos los inmigrantes.
Los mariachis se han estado organizando para defender sus derechos desde comienzos del año. En junio, unos 200 mariachis se unieron a la Organización de Mariachis Unidos de Los Angeles (OMULA); ellos afirman que no es un sindicato sino una organización sin fines de lucro liderada por Ramírez que fue creada originalmente para dar apoyo económico y protección a los mariachis.
“No tenemos fondos de jubilación ni cobertura médica, por eso pensamos en crear un fondo de ahorro para nuestros compañeros que sufran alguna enfermedad, se lesionen o deban ser internados y no tengan a nadie a quien recurrir por ayuda. Ese fue el objetivo para crear esta organización, así podíamos contar con apoyo económico entre nosotros”, señaló Ramírez.
Los miembros de OMULA pagan una cuota mensual de 10 dólares, respetan las tarifas establecidas que aceptaron cobrar: 50 dólares la hora, y usan una placa de identificación para diferenciarse de aquellos a los que llaman “piratas”.
“Tuvimos una oleada de gente que llegó aquí, se vistió como mariachis y comenzó a cobrar la mitad de lo que nosotros cobrábamos; esto nos afectó mucho, además de la crisis”, afirmó Ramírez.
Eleno Caro, de 69 años, es miembro de la organización y destaca la importancia de que los mariachis unan sus esfuerzos y se apoyen mutuamente en momentos de crisis económicas. Pero en los primeros meses, ya ha visto a varios miembros que se acercan pero luego se terminan yendo.
“Necesitamos mucho apoyo”, dice Caro. “Muchos se unen a la organización pero al tiempo se alejan. Hay falta de interés”.
La mayoría abandona la organización, dice Ramírez, porque buscan beneficios inmediatos.
“Somos una organización en pañales… recién comenzamos y recién veremos los frutos de nuestro trabajo dentro de un año o un año y medio”, informa Ramírez a los demás miembros.
Desde su concepción, la organización ha ayudado a cubrir los costos del servicio fúnebre de uno de sus miembros y también ofreció apoyo económico a aquellos que sufrieron enfermedades.
Pero el dinero se está agotando y los mariachis quieren asegurarse de que estarán protegidos.
Si bien muchos se maravillan ante la idea de unirse a un sindicato oficial de músicos, una institución que les proporcionaría los beneficios y la seguridad que buscan, lamentablemente esta no es una opción para todos.
Una gran cantidad de mariachis están indocumentados y no pueden cumplir con los requisitos legales, como presentar un número de seguro social. Ramírez afirma que la legalización para todos es necesaria para ayudarlos a mantenerse a flote. Mientras tanto, OMULA continuará con sus medidas y sus conversaciones con el sindicato de músicos locales, y seguirá buscando al mismo tiempo por el camino hacia la legalización.
“Lo necesitamos”, afirma Ramírez. “Por nuestros trabajos y por nuestras familias”.