This year, Quetzal won a Grammy for their son jarocho-influeced album. Photo by Huberto Howard
Quetzal su primer Grammy éste año. Foto de Huberto Howard
Quetzal su primer Grammy éste año. Foto de Huberto Howard

Una reunión de fandango es mucho más que una sesión de música. Es el epicentro del son jarocho. Desde cualquier lugar donde uno se pare, se podrá oír el repiqueteo de la jarana, los golpes de la mano contra el cajón y los talones que marcan el ritmo contra la tarima.

La armonía se crea a medida que la audiencia y los músicos se van fundiendo en la canción y el baile.

“Para bailar La Bamba se necesita una poca de gracia

Una poca de gracia para mí, para ti, ay arriba, ay arriba.”

El son jarocho es un estilo de música alegre, sincopado y con mucho ritmo. Sus tonos alegres ofrecen ritmos vivaces, además de un fuerte mensaje.

El resurgimiento del son jarocho ha cautivado a los jóvenes de Los Angeles y muchos otros lugares entre los últimos 10 y 15 años. Este año, la banda Quetzal de Los Angeles ganó un premio Grammy por la canción del son jarocho “Imaginaries”: la primera vez que este tipo de música recibe varias nominaciónes. Betto Arcos, conductor de un programa de música internacional en KPFK, afirma que este premio demuestra que “la gente en general está reconociendo la importancia y la validez del son jarocho como estilo musical”.

Y hoy las personas se reúnen en fandangos en diversos lugares como Corazón Del Pueblo en Boyle Heights y en Eastside Café en El Sereno. El son jarocho se ha convertido en un puente que une a los jóvenes chicanos en Estados Unidos con su herencia.

“La energía que tiene el fandango es increíble. Uno se siente tan en sintonía con el repiqueteo, con el canto. Hace que uno se sienta muy bien”, dice Jessica Rivas, de 21 años, residente de Boyle Heights que comenzó a llevar a su hijo a clases de jarocho este año.

“Es como la música de la magia. Es una energía que te cautiva”, dice Leah Rose Gallegos, de 28 años, miembro de Las Cafeteras, una banda con influencia del son jarocho.

Influencia variada

Con influencia de las culturas africanas, españolas e indígena mexicana, el son jarocho ha sido tanto el corazón como el alma de las reuniones de fandango durante más de 500 años desde su nacimiento en Veracruz, México.

El son jarocho actúa como un puente que se conecta con esta herencia cultural, y al mismo tiempo, es también una manera de comprender temas relevantes de la realidad moderna.

Las Cafeteras usa son jarocho para contar historias sobre inmigración, equalidad y justicia. Foto de Piero F. Giunti
Las Cafeteras usa son jarocho para contar historias sobre inmigración, equalidad y justicia. Foto de Piero F. Giunti
Las Cafeteras usa son jarocho para contar historias sobre inmigración, equalidad y justicia. Foto de Piero F. Giunti

“Intentamos contar historias de lo que está sucediendo con nuestra gente y con la gente en el mundo, [y] también intentamos contar nuestra propia historia”, dice Gallegos.

Para muchos, el primer contacto con el son jarocho fue la versión de rock and roll de “La Bamba” interpretada por Richie Valens en la década de 1950. Desde entonces, las bandas del Este de Los Angeles como Los Lobos y Quetzal comenzaron a mezclar el son jarocho con el rock, el funk y otros estilos musicales.

Para Quetzal Flores, el vocalista de Quetzal, usar la música para transmitir un mensaje fue algo natural. “Mis padres participaron activamente en el movimiento Chicano, por lo tanto, mi identidad nunca estuvo en cuestión”, dice Flores. “Cuando empecé a tocar música, me resultó muy natural querer transmitir un mensaje en mi música”.

Cuando Flores comenzó a viajar y participar de intercambios con músicos de Los Angeles y de México, fue afectado por esta versión más tradicional del son jarocho y de la experiencia del fandango.

“Cambió totalmente la forma en que percibía la música”, dice Flores sobre su peregrinaje musical a Veracruz, donde reforzó la idea de que la música y la comunidad están conectadas. “Las jaranas no tenían el mismo sonido y la poesía en esta música es realmente increíble”.Flores también explica que la versión tradicional incluye cantos o versos improvisados.

Sin reglas fijas
Arcos dice que no todos los jarocheros siguen un estilo estricto y tradicional. “Hay grupos que tocan el estilo tradicional y otros grupos que lo mezclan”.Muchas canciones y versos del son jarocho que se tocan hoy provienen de canciones y personas reales, que incluyen las luchas, el amor y la vida diaria. Pero algunas agregan un toque político contemporáneo.

Las Cafeteras, una banda nacida en Eastside Café en El Sereno, compuso canciones sobre la inmigración, la equidad y la justicia, con títulos como “La Bamba Rebelde”, “Mujer Soy” y “Trabajadora”.”Lo que tratamos de hace es usar la música tradicional para hablar sobre los temas y las tensiones de hoy mediante historias, música y canciones”, dice Héctor Flores, miembro de Las Cafeteras que toca la jarana, canta y baila el zapateado.

Tanto los jóvenes como las personas mayores comprenden que el son jarocho transmite un fuerte mensaje.”Era sólo cuestión de tiempo antes de que el son jarocho conociera al movimiento de justicia social de Los Angeles para crear este nuevo movimiento”, agrega Flores sobre la creciente popularidad y los mensajes de este estilo musical.

Imelda Mercado

Imelda Mercado is a sophomore at Theodore Roosevelt High School. In her free time, she enjoys listening to music, hanging out with her friends and watching movies. She hopes to major in medical science.

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