
Gavriela Ocampo se unió a los 14 años al Programa de Cadetes de la Estación de Policía de Hollenbeck, debido a que su madre consideraba que pasaba mucho tiempo con malas compañías.
Ocampo, que hoy tiene 17 años y es comandante, tuvo el honor de pasar revista a más de 100 cadetes estudiantes durante la ceremonia de graduación en la Estación de Hollenbeck. Los graduados, que lucían shorts azul marino y camisas blancas, formaron una única fila en el pequeño salón comunitario de la comisaría mientras Ocampo daba las órdenes.
Ocampo, una joven de complexión pequeña y ojos alertas y seguros, es una de los más de 550 cadetes que se gradúan de la Academia de Cadetes todos los años y una de los 13 comandantes del Programa de Cadetes del Departamento de Policía de Los Angeles (LAPD). El objetivo del programa es ayudar a los jóvenes a desarrollar un buen carácter, adquirir habilidades para la vida y aumentar la confianza en sí mismos.
“Como nunca tuve una figura paterna, buscaba llamar la atención, pero no de mi padre. [Mi madre] consideró que me estaba metiendo en problemas y no quería que interactuara con otros tipos de personas”, dice Ocampo.
Este año, la Estación de Hollenbeck tiene 183 cadetes: 141 de ellos son cadetes que vuelven al programa y 42 cadetes son nuevos. 83 cadetes son mujeres y 95 son hombres. De ellos, 178 son hispanos y el resto pertenecen a otros grupos étnicos.
Todos los estudiantes deben asistir a la Academia de Cadetes para convertirse en cadete. La Academia ofrece sesiones de capacitación todos los sábados durante 18 semanas. Los cadetes nuevos deben presentarse a la comisaría ubicada en 5651 West Manchester Boulevard a las 6:30 a.m. y participar del programa de capacitación hasta las 4:30 p.m. La capacitación incluye preparación física como correr, hacer lagartijas y abdominales, y también instrucción en el salón de clases. Los miércoles por la tarde los cadetes asisten a la Estación para hacer ejercicio. En algunas ocasiones, también escuchan presentaciones de oradores invitados o realizan una excursión.
El Departamento del Sheriff ofrece un programa semejante, llamado el Programa Explorador de las Fuerzas del Orden Público, que ofrece experiencias para ayudar a los jóvenes a determinar si desean dedicarse a una carrera en las fuerzas del orden público.
Preparación profesional
Algunos cadetes se unieron al programa motivados por sus intereses profesionales. Estefanie Jiménez, de 18 años, deseaba convertirse en agente de policía desde que tenía 12 años.
“Presenté la solicitud porque quería ser parte de LAPD y buscaba un programa que me permitiera experimentar cómo era este trabajo y me preparara para hacerlo”, dice Jiménez.
Jiménez asiste a Cal State Los Angeles y ha sido parte del Programa de Cadetes durante los últimos tres años. El año que viene piensa unirse a los Marine Corps. Jiménez afirma que siempre deseó una carrera en las fuerzas del orden público. “Me gusta la adrenalina que genera este tipo de trabajo, el hecho de que uno contribuye con la comunidad y pone la vida en riesgo para intentar evitar que los demás pongan en peligro la suya”, dice Jiménez.
El Programa de Cadetes también ayuda a los estudiantes a prepararse para la universidad. “Los ayudamos con la universidad, ya sea a través de ayuda financiera, como ser subvenciones y becas, o incluso ofreciendo ayuda para completar la solicitud de admisión”, señala el agente Nathan Ruvalcaba, uno de los agentes a cargo del Programa de Cadetes.
Ruvalcaba agregó que el sistema de calificación del programa ofrece a los cadetes la oportunidad de tomar una prueba para alcanzar cargos más altos, aumentando así su confianza y ofreciéndoles más responsabilidades.
Como parte del programa, los cadetes también reciben materiales escolares, es por eso que el miércoles por la tarde todos ellos llevaban bolsas de regalo en sus manos.

Influencia positiva
Ocampo señala que el programa de cadetes mejoró su vida. Observó que ahora toma mejores decisiones.
“No tengo los mismos amigos. Además, las personas con las que interactúo en la comisaría son más positivas y desean una carrera. Saben lo que quieren para su futuro”, dice Ocampo. Ocampo también ha aumentado la confianza y seguridad en sí misma y esto se refleja en las responsabilidades que se le han confiado.
Una vez que todos están detrás de las sillas, Ocampo les da una orden y los cadetes golpean las manos contra las sillas al unísono. Luego les da otra orden y los cadetes colocan las manos a los lados del cuerpo. Después de tres repeticiones, los cadetes toman asiento. Al comienzo, los cadetes se mueven nerviosos en las sillas, pero cuando Ocampo les dice que se mantengan quietos, dejan de moverse.
Algunos miembros de la comunidad consideran que la disciplina es algo bueno para los adolescentes. “Creo
que los adolescentes deben ser disciplinados”, dice Mónica Harmon, defensora de la seguridad pública local y voluntaria de LAPD. “Si los adolescentes del Sur de Los Angeles que rompen y destrozan vidrios de automóviles y vitrinas de negocios hubiesen sido disciplinados por sus padres, eso no habría ocurrido”, señala Harmon.
Escepticismo por parte de algunos
Pero otros consideran que hay otras alternativas mejores para los jóvenes.
Leonardo Vilchis, de 50 años, ha vivido en Boyle Heights durante 27 años y es codirector de la Unión de Vecinos, una organización que trabaja en Boyle Heights para establecer una red comunitaria para mejorar las condiciones del vecindario.
A Vilchis no le convence que el programa de la policía sea una actividad positiva para los jóvenes. Considera que algunos estudiantes pueden unirse al Programa de Cadetes con la intención de ayudar a la comunidad, pero el objetivo principal del departamento de policía es combatir el delito. “En esta comunidad, hay muchas cosas que encajan en términos de blanco o negro como las ve la policía; y además, falta comprensión de algunos de los temas propios de la comunidad”, agrega Vilchis.
El agente Ruvalcaba comprende la inquietud planteada por Vilchis ya que su propia experiencia con la policía cuando era adolescente no fue positiva. Recuerda un incidente particular cuando lo detuvieron por conducir un modelo de automóvil que se robaba con frecuencia. Ruvalcaba dice que el agente no le explicó el motivo por haberlo detenido.
“Como agentes del orden público tendemos a no explicarnos mejor. Creo que la comunidad merece que le digamos porqué hacemos las cosas”, dice Ruvalcaba.
LAPD recibe subvenciones para financiar el programa de la Fundación Ray Charles, que donó un millón de dólares y la Fundación de la Policía de Los Angeles.
“Descanso”, ordena el agente Ruvalcaba y los cadetes se ubican en sus asientos para ponerse cómodos y distender los hombros. Todos centran su atención en el agente Ruvalcaba al comenzar la reunión.
Relevada de sus responsabilidades, Ocampo queda de pie calladamente a un lado del salón, con la espalda derecha mientras sus ojos recorren la habitación, asegurándose de que todo esté en orden. Lentamente cambia la mirada al frente del salón; se distiende y dedica toda su atención al orador.
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