Foto por Lesly Juarez.
Foto por Lesly Juarez.

Una mujer de pelo amarillo, anteojos rojos, vestido verde chillón y botas blancas decoradas con globos atiende la puerta de una tienda ubicada en Lorena Street. Responde al nombre de “Roo Roo”.   En este pequeño ambiente, el Club de Payasos de Boyle Heights está repleto de estanterías con payasos de porcelana. Un payaso llamado “Bling Bling” con pelo violeta chillón y una gran sonrisa está sentado en una silla detrás de un gran escritorio de madera.

Cuando los payasos entran al club, hacen más que cruzar el umbral. Se trasladan a otro mundo y asumen otra personalidad. Todo el maquillaje y la vestimenta colorida ayuda a ocultar su identidad, haciendo que las personas sientan curiosidad por saber cuál será el verdadero aspecto debajo de todo eso. Pero los payasos no comparten su identidad con los de afuera. “Al club entramos como civiles y salimos como payasos”, dice Bling Bling. Para los payasos, el Club de Payasos es su segundo hogar. Aquí es donde se preparan para sus eventos. La vestimenta, el maquillaje y cualquier otra cosa que necesiten se guarda en ese lugar. El maquillaje que usan los payasos varía y depende de la persona. “Cada persona le da su toque personal”. dice Roo Roo. “Ser payaso es un arte” y “es una hermosa forma de arte porque además de divertir a los demás, uno hace lo que le gusta”, dice Bling Bling.

Entretener gente significa mucho más para los payasos que el dinero que reciben al final del evento. “Dejamos el dinero de lado”, dice Bling Bling, hacemos lo que nos gusta.

Los payasos del club de Boyle Heights cobran 80 dólares la hora por un payaso o 110 dólares la hora por dos payasos. Se cobra más si el evento queda lejos o si debe ser bilingüe en vez de solo en español.

Les encanta “ver las caras de los niños, y también de los adultos, cuando se ríen”, dice Bling Bling, pero más que nada les gusta ver a los niños “porque son personas inocentes”.

“Ser algo que se entrega al público”, de eso se trata ser un payaso para Roo Roo, que durante su infancia le encantaban los payasos.

Es un sentimiento compartido por los demás que pertenecen a este desconocido mundo internacional de payasos, cuyos miembros incluyen a Suzanne Santos, de 31 años, que ha trabajado en forma independiente por todo el país desde hace ocho años y que es miembro de Payasos Sin Fronteras, un grupo fundado en España con sucursales en todo el mundo.

Foto por Lesly Juarez.
Foto por Lesly Juarez.

“Ser payaso es una forma de arte viva y vibrante que está continuamente en evolución”, dice Santos. “Mi único propósito es hacer reír a la gente”, dice y “dejarlos sintiéndose más livianos que cuando comenzó el espectáculo”.

Hace poco, durante un sábado, Roo Roo y su compañero ese día, Chirigón, salieron en auto hacia un evento vestidos con todos sus trajes. Mientras viajaban por Lorena Street en un viejo modelo Honda Civic color marrón, recibieron muchas miradas y sonidos del claxon.   Debido a la cantidad de tiempo que pasan juntos, los payasos establecen relaciones muy fuertes entre sí. La corbata verde chillón de Chirigón está decorada con notas musicales y un piano que hace contraste con el traje azul eléctrico, cubierto de globos, arco iris, nubes y estrellas. Roo Roo va sentada junto a él. Su pelo es más brillante que el sol y los fuertes colores de su atuendo hacen un contraste que resulta chocante pero que también es hermoso. En el asiento trasero hay una caja llena de dulces, globos, maquillaje para rostro y muchas otras cosas que usan los payasos.

Los payasos llegan a su primer evento en Monterey Park, donde se encuentran con muchos niños saltando en un inflable gigante en el frente de la casa, hay música en español a todo volumen que llega de la parte trasera del lugar y se huele carne asada en el ambiente.

Después de un viaje de treinta minutos a su primer evento del día, una fiesta de cumpleaños para un niño de 6 años, los payasos descargan sus cosas y se apresuran a organizar todo. A pedido de la mamá, los payasos inician la mañana maquillando los rostros de los niños. Roo Roo comienza con el cumpleañero, que después de que le informan los diferentes dibujos que puede elegir, se decide por el logotipo de Batman en su mejilla izquierda. Los payasos pasan del maquillaje para rostros al diseño de figuras con globos. Los niños los rodean.

Después de una media hora aproximadamente, los payasos comienzan con su espectáculo, animando la participación tanto de los niños como de los padres. Su espectáculo consta de introducciones animadas y juegos donde dan ejemplos y comprueban su fuerza. Los ganadores reciben premios al final de cada juego. Los payasos terminan su espectáculo haciendo que algunos de los padres jueguen a hacer sonidos tontos, que son interrumpidos por risas constantes.

Luego siguen a la siguiente fiesta. A una hora de distancia aproximadamente, los payasos conversan durante el viaje y llegan al último evento de la noche. Son las siete de la tarde y trabajarán hasta las ocho. Los payasos todavía se ven frescos, a pesar del calor y del largo día de trabajo. A veces este trabajo significa tener un horario caótico e inestable. Los sábados son los días más ocupados para los payasos, ya que el club se encarga de hacer entre seis y ocho eventos. A veces los payasos hacen promociones en tiendas durante la semana, como ser la inauguración de un comercio, pero la mayoría trabaja como enfermeras y encargados de restaurantes o son estudiantes.

Foto por Lesly Juarez.
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En total, hay casi 20 payasos que forman parte de este club, que se dedica a entretener niños y adultos desde 1985. El club fue fundado y establecido en Boyle Heights por Papá Borón, un inmigrante mexicano. Para ser miembro, los payasos deben hacer una prueba frente al fundador, que les da ideas para una improvisación si tienen dudas sobre cómo llamar su espectáculo.

Roo Roo es una de las siete miembros que son mujeres. Dice que ser mujer y trabajar en esta industria es más difícil y raro porque todas las exigencias que tiene para la familia. Santos está de acuerdo. “El trabajo como payaso se centra predominantemente en los hombres”. Ella dice que se viste como un payaso hombre, “porque no quiere ser parte de estereotipos femeninos”.

Bling Bling comprende que el horario puede resultar muy difícil para las mujeres. Sin embargo, como aman lo que hacen, esperan con entusiasmo a que llegue el fin de semana “para salir y disfrutar”, dice Bling Bling, “y olvidarse un poco de los problemas… ya que todo lo que buscan transmitir es alegría”.

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