Percy Village aims to help residents gain basic skills so they can transition to independent living. Photo by Yesenia Thomson
Percy Village tiene como objetivo ayudar a los residentes a adquirir habilidades básicas para la transición a la vida independiente. Foto por Yesenia Thomson
Percy Village tiene como objetivo ayudar a los residentes a adquirir habilidades básicas para la transición a la vida independiente. Foto por Yesenia Thomson
Percy Village tiene como objetivo ayudar a los residentes a adquirir habilidades básicas para la transición a la vida independiente. Foto por Yesenia Thomson

Durante muchos años, los residentes de Percy Street, una tranquila calle sin salida de Boyle Heights, estaban acostumbrados a una vida cómoda junto a los residentes ancianos que antes vivían en Percy Village, un edificio de ladrillo de dos plantas que ocupa tres cuartas partes de la manzana de residencias.

Pero ahora, algunos vecinos están indignados por lo que consideran una transformación de su vecindario, ya que dicho edificio se convirtió y expandió en un centro de transición para personas con enfermedades mentales.

Hoy, Percy Village es uno de los centros de salud mental con base en la comunidad más grandes de Los Angeles, donde residen 136 adultos. La mayoría de los residentes provienen de entornos psiquiátricos extremos – principalmente centros de reclusión.

 ¿Supervisión inadecuada?

Los vecinos que viven en las ordenadas casas y dúplex en las cuadras que rodean al centro están preocupados tanto por la cantidad de residentes con enfermedades mentales como por la falta de supervisión.

Hasta el año 2005, Percy Village era un hogar para ancianos. Como los centros residenciales para las personas con enfermedades psiquiátricas forman parte de la misma categoría de zonificación que los centros para ancianos, no se necesitaron permisos especiales ni audiencias públicas cuando se realizó el cambio, señalan las autoridades del Departamento de Planificación Urbana de Los Angeles.

Si bien algunos vecinos sienten empatía con el centro y su objetivo de volver a integrar a los residentes a la sociedad, no creen que tenga un programa eficaz para atender las inquietudes de los vecinos.

Algunos miembros de la comunidad afirman que los residentes del centro generan disturbios en el vecindario y los encargados no prestan atención a las quejas planteadas.

“No se supervisa a estos pacientes y ese es mi mayor reclamo”, dice Sylvia Duarte, residente de toda la vida de Boyle Heights que apeló sin éxito el aumento del 30% en la cantidad de camas en el centro.

Generalmente, los residentes de Percy Village pueden verse día y de noche frente al edificio. Algunos fuman en las escaleras y la rampa para sillas de ruedas.

Otros caminan por las calles del vecindario, visitan tiendas, a veces intentan entablar una conversación con los niños de la zona cerca de la Biblioteca Pública Robert Louis Stevenson o salen a mendigar en la gasolinera más cercana.

“Muchas veces han entrado a mi jardín si dejo el cerco abierto, y hemos tenido que escoltarlos para sacarlos”, dice Duarte.

Percy Village aloja a personas con trastornos psicológicos, incluyendo trastorno bipolar, esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo y depresión grave, según Kimberly Guajardo, psicóloga y directora de programas de Percy Village. El centro es gestionado por Gateways Hospital y el Centro de Salud Mental.

Guajardo señala que en el centro Percy, “a nuestros pacientes se les da la oportunidad de vivir en un entorno de menos restricciones, que es la filosofía del Departamento de Salud Mental”.

Objetivo del tratamiento

El objetivo del tratamiento es lograr que los residentes puedan vivir en lugares con niveles más bajos de servicios y atención. Pero algunos vecinos señalan que mientras los residentes hacen su transición hacia una vida más independiente, el vecindario debe sufrir las consecuencias.

Duarte, junto con otros miembros del programa Neighborhood Watch (vigilancia de vecinos) de Resurrection Church, lleva años documentando problemas con los residentes del centro. Afirma que ha llamado a la policía y se ha comunicado con el centro en reiteradas ocasiones. Un par de decenas de otros vecinos se unieron a Duarte para protestar por la ampliación del centro en una audiencia pública celebrada el año pasado.

Duarte compartió páginas de mensajes de correos electrónicos y fotografías que ha enviado a Percy Village, documentando los incidentes, como casos de compra/venta de drogas, mendigar y orinar en público. Pero Duarte afirma que nunca se toman medidas sobre los problemas.

Llamadas que no se contestan

Guajardo señala que el centro tiene asignado un número de teléfono al que los miembros de la comunidad pueden llamar para estos asuntos. Pero los residentes dicen que sus llamadas no se contestan. No hay un servicio de correo de voz ni de respuesta cuando la periodista del Pulso de Boyle Heights intentó llamar recientemente a este número.

Los empleados de los negocios de la zona, como AM/PM en la esquina de South Lorena Street y Whittier Boulevard, dicen que también han tenido incidentes con los residentes de Percy Village. El encargado de AM/PM, Javier Zamora, afirma que los residentes de Percy han robado artículos de la tienda en tres o cuatro ocasiones en meses recientes ”“ generalmente paquetes de cigarros que toman de detrás del mostrador.

Zamora señala que también mendingan en la gasolinera todo el día. “Acosan a mis clientes”, dice. Afirma que ha presentado varias denuncias policiales, pero nada se hace al respecto.

Roger Medina, agente principal del Departamento de Policía de Los Angeles, informa que si bien la policía se toma la situación con seriedad, la pregunta es cómo controlar estos casos. “Percy tiene una política de puertas abiertas y estas personas no están encarceladas”, dice Medina.

Medina señala que los delitos que comenten los residentes de Percy generalmente se tratan de hurtos menores o de tomar alcohol en público, pero Percy no echa a los residentes que cometen estos actos.

“No es mi problema”

Leo Hernández, de 64 años, vive al lado de Percy Village y cuida de sus nietos pequeños. Su mayor inquietud es la seguridad de los niños. “Ellos les hablan a los niños y a mí no me gusta”, dice.

La polémica sobre cómo y dónde deben vivir las personas con enfermedades mentales trasciende este vecindario de Boyle Heights. Pueden surgir problemas en cualquier comunidad donde convivan los centros de tratamiento con las viviendas privadas. Pero estas situaciones, en que los vecinos deben vivir junto a propiedades comerciales indeseadas, como fábricas o casas de transición, ocurren con más frecuencia en los vecindarios de bajos ingresos.

Los centros para enfermos mentales con sede en la comunidad se remontan a la década de 1960, cuando el gobierno comenzó a clausurar una gran cantidad de hospitales psiquiátricos.

A lo largo de los años, esta práctica de la desinstitucionalización ha generado mucha polémica, porque con frecuencia se ha llevado a cabo sin el seguimiento prometido, como planes de vida estructurada o servicios adecuados de tratamiento.

Los programas como Percy intentan ofrecerles a los residentes una manera de adquirir habilidades básicas para que puedan vivir en forma independiente.

Guajardo señala que es una cuestión de derechos humanos básicos. “Nuestros pacientes fueron diagnosticados como personas con enfermedades mentales”, dice. “No son delincuentes. Como todas las personas que sufren enfermedades, tienen derecho a disfrutar del aire fresco, de la libertad y a visitar una tienda”.

Si bien algunos residentes de Percy Village mendigan, Guajardo dice que a veces los vecinos confunden a los residentes de Percy con personas sin techo. Algunos vecinos difieren y dicen que los residentes de Percy destacan de todos los demás en el vecindario.

Además de mendigar, dicen los vecinos, residentes de Percy pueden ser vistos comprando y fumando marihuana en la puerta de una tienda local. Guajardo no descarta esa posibilidad.

“Debido al tipo de pacientes que tenemos”, admite Guajardo, “a menudo tienen antecedentes de abuso de sustancias o del alcohol, pero no es lo que tratamos en el centro”.

Percy ofrece orientación individualizada, atención de enfermería las 24 horas y sesiones de terapia en grupos. El centro les permite a los residentes entrar y salir con libertad hasta las 10 p.m.

La estancia promedio varía dependiendo de la gravedad de la enfermedad de cada paciente, pero generalmente tiene una duración de 12 a 14 meses. “Observamos con atención para ver si los pacientes están realmente listos para ser parte de la comunidad, para vivir por cuenta propia”, dice Guajardo.

Los vecinos cuestionan la capacidad de los residentes para integrarse responsablemente a la comunidad durante este período de transición.

Es frecuente ver a los residentes de Percy dentro o frente a la Biblioteca Stevenson, donde muchos niños pasan la tarde. La bibliotecaria dice que no tiene problemas con los residentes de Percy, pero es consciente de que a menudo se instalan fuera de la biblioteca, junto con los niños.

El agente Medina señala que comprende la posible inquietud, pero dice que hasta el momento “no ha recibido información sobre ningún incidente en el que los niños se vieran implicados”.

Una vecina, Malinda, que no quiso que se revelara su apellido, dice que a veces los adolescentes del vecindario se burlan de los residentes de Percy. Malinda vive cerca de la biblioteca y ha visto a los adolescentes lanzar botellas contra los residentes de Percy y hacer gestos lascivos.

Guajardo confirma este problema. “Hemos tenido que llamar a la policía varias veces porque un par de nuestros residentes fueron atacados por los vecinos”.

Según los informes de la policía, la policía respondió a 30 llamadas sobre Percy Village en los primeros nueve meses del año, incluyendo llamadas originadas en el centro como por parte de los vecinos. De esas llamadas, 22 fueron por personas desaparecidas.

Percy Village solía celebrar reuniones comunitarias trimestrales para tratar las inquietudes del vecindario, pero algunos vecinos afirman que no les han informado sobre la fecha y horario de estas reuniones. Ahora esas reuniones se celebran anualmente. Guajardo afirma que esto se debe a la falta de concurrencia. Agrega, “es difícil determinar lo que los vecinos piensan realmente”.

Yesenia Thomson

Yesenia Thomson is a sophomore at Mendez High School. She enjoys listening to music and socializing. She hopes to major in women’s studies minor in communication at San Diego State University.

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