En una pared exterior en la esquina suroeste de la calle Soto y la avenida César Chávez, el mural “El corrido de Boyle Heights” plasma una escena con músicos del vecindario, una mujer que canta y a una pareja de recién casados que bailan.

 Este mural fue pintado en 1983 por los East Los Streetscrapers, un colectivo de arte público cofundado por Wayne Alaniz Healy. Dicho mural incluye a músicos locales, como Margarito Gutiérrez tocando el violín, mientras que el famoso actor, cantante y compositor mexicano Eulalio González Ramírez “El Piporro” lo acompaña en el acordeón.  Según el Centro de Conservación de Murales de Los Ángeles, se trata de al menos el tercer mural que ocupa esa misma pared. 

Corrido De Boyle Heights

A pesar de que el mural sirve como homenaje y entrada a la comunidad, ha sufrido daños graves con el paso de los años, incluso después de ser restaurado por el Centro de Conservación en 1990.  

Los Ángeles solía conocerse como la ciudad con más de mil murales, aunque los expertos calculan que un 60 por ciento ha desaparecido y muchos otros han sido desfigurados.  Con el transcurso del tiempo, algunos murales de Boyle Heights han sido marcados con grafiti o blanqueados con pintura. Muchos de los murales representaban el movimiento chicano por la equidad de la década de 1960.    

Si bien se ha intentado llevar a cabo iniciativas para restaurar algunos murales, pocas de estas medidas han tenido éxito. Una iniciativa exitosa restauró el mural de Healy, “Fantasmas del barrio”, que se encuentra en Ramona Gardens y fue pintado en 1974.

Healy señala que la Municipalidad de Los Ángeles encomendó su restauración al Museo J. Paul Getty en 1999. Como resultado, cinco o seis mujeres se presentaron con batas de laboratorio y cepillos. “Nos hizo sentir bien que vinieran, tomaran nuestro humilde mural y lo limpiaran”, afirma.

La Ley de Conservación de Arte de California autoriza imponer multas por vandalismo o destrucción de obras de arte, y les permite a los artistas entablar demandas contra aquellos que alteren, mutilen o destruyan una de sus obras. En estas demandas se puede exigir el pago por daños y perjuicios causados, así como el rembolso por los honorarios de sus abogados.

Los artistas e historiadores temen que la comunidad ya no valore los murales y que esta parte importante de la historia chicana pueda quedar perdida para las futuras generaciones.

“Se están destruyendo murales porque hablan sobre nuestra verdadera identidad”, señala Ernesto de la Loza, creador de murales durante más de 50 años que reside en Echo Park.  De los 43 murales que pintó, tan solo 11 han logrado sobrevivir.    

Uno de sus murales más conocidos es la “Resurrección del planeta verde”, ubicado en la avenida César Chávez Avenue y la calle Breed. El mural, que ha sido gravemente vandalizado, ilustra la conservación y protección del planeta.

De la Loza señala que su objetivo al crear murales como “Ciudad de pasión”, ubicado en West Boulevard, era empoderar a los jóvenes.  Nació en Boyle Heights y viajó a Europa a comienzos de la década de 1970. Cuando regresó, usó los murales para animar a las personas a aprender sobre su historia. “Esta es nuestra cultura”, afirmó. “Volví e hice lo que me pareció correcto como manera de rendir homenaje a nuestra gran historia, algo que las escuelas no nos estaban enseñando”.  

Sergio Daniel Robleto, profesor de arte de preparatoria y artista que creó el mural “Santa Cecilia” en la Plaza del Mariachi, ha visto cómo varios de sus murales resultan dañados. “Hay muchos factores”, agrega. “Ha pasado mucho tiempo y las imágenes dentro de una obra quizás ya no son relevantes o se han diluido al punto de que las personas ni siquiera saben lo que el mural refleja”.  

Santa Cecilia

Robleto afirmó que desfigurar un mural es un acto irrespetuoso, aunque los artistas también tienen la responsabilidad de retocar o arreglar su trabajo.

Isabel Rojas Williams, antigua directora del Centro de Conservación de Murales de Los Ángeles y experta en murales, señala que los murales pueden estar siendo vandalizados debido a que “no muchas personas creen hoy que tienen significado para ellos.  Algunas personas no quieren que se refleje la historia”.

Williams dice que la destrucción de murales tiene un impacto mayor que simplemente perder las pinturas.

“Los murales son una forma de arte que puede generar ciertos sentimientos en las personas”, afirma. “Si esto continúa ocurriendo, buena parte de nuestra historia quedará sin ser representada a través de las diversas manifestaciones artísticas. Creo que los adolescentes y los jóvenes deben asumir un papel activo para la conservación de estos murales, ya que son reflejo de lo que somos”.

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