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Foto por Daisy Escorcia.

A lo lejos se oye la música de cumbia que recorre la Plaza del Mariachi un viernes por la tarde mientras una mujer con cabello de color rosa sale de su camioneta y comienza a preparar todo para el Mercado Agrícola de Boyle Heights. En tan solo diez minutos ya tiene armadas las mesas cubiertas con coloridos manteles y su puesto está listo para las ventas.

Karina Jiménez abre decenas de cajas blancas exhibiendo así su colección de cupcakes originalmente decorados, los que distribuye sobre una tela a rayas muy colorida junto a un cartel que dice:  ¡Viva Los Cupcakes! Algunos cupcakes tienen un decorado hecho con azúcar que se asemeja a una concha de mar mientras que otros están decorados con crema batida de color café y rociados con semillas de sésamo. Hay flores de jamaica que decoran el glaceado color rosa de algunos cupcakes.

Jiménez pone a la venta sus cupcakes casi todos los viernes en el Mercado Agrícola de Boyle Heights ubicado en la Plaza Mariachi. Muchos de sus clientes la visita con frecuencia, algunos incluso la siguen de otros eventos públicos, donde también prepara y sirve otras comidas.

“Alguien a quien me gusta llamar mi ‘seguidora número uno’ me viene a ver a todos los eventos y a veces trae su propio Tupperware”, dice Jiménez.

La popularidad de los cupcakes ha tenido como resultado que la inviten a eventos como festivales de música latina y recorridos de arte. En septiembre, Jiménez vendió todos sus cupcakes en La Feria del Mole. Sus cupcakes con sabor a tamale con mole y Margarita ganaron premios en la Feria de Cupcakes de Inland Empire 2014 realizada el pasado mes de mayo.

En muchas de las esquinas de Boyle Heights se encuentran panaderías mexicanas tradicionales, pero los cupcakes, que se originaron en Europa, no se venden generalmente en el Este de Los Angeles. Pero Jiménez ha sabido dar a los cupcakes su propio toque mexicano, agregando sabores a este postre poco conocido en el vecindario.

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Foto por Daisy Escorcia.

Sabores poco habituales

Jiménez dice que uno de los sabores más vendidos, el tamale con mole, es también uno de sus sabores preferidos. Jiménez usa el mole, una salsa preparada con chile y chocolate, para dar sabor a la crema batida que decora el cupcake hecho con harina de maíz.

Ysamur Flores, de 61 años, probó el cupcake de mole por primera vez en el mercado Agrícola este otoño.

“La mezcla del uso de sabores tradicionales en una forma innovadora,” dice Flores. “Es adictivo. Me gustó mucho. Muy original”.

Hay otros cupcakes que ofrecen sabores muy variados como: café de olla, que se prepara con canela y café; lima, cuyos frutos provienen de los árboles que cultiva la propia Jiménez; y Margarita, elaborada con tequila.

Jiménez dice que la creatividad que demuestra en sus cupcakes tiene mucho que ver con su propia identidad: es una persona de origen mexicano y también le interesa el arte. Hace 20 años Jiménez emigró de Tijuana para estudiar en California State University, Los Angeles y convertirse en profesora de arte. Después de trabajar en la industria indumentaria, algo cambio.

“Sentí que necesitaba hacer algo creativo”, dice Jiménez. Su familia era dueña de restaurantes en México, dice Jiménez, “por eso creo que la industria de los alimentos siempre me ha corrido por las venas”.

Si bien comenzó con los cupcakes como un pasatiempo, pronto se convirtió en algo mucho más grande. Jiménez decidió que si invertía más tiempo en eso, quizás podría convertirlo en un negocio. El deseo de incorporar sabores mexicanos tradicionales le resultaba algo natural.

Marisol Sánchez, oriunda de Boyle Heights, dice que los cupcakes le traen recuerdos de su infancia y su cultura. “Ya saben, el mole como solía hacer la abuela, ahora lo tenemos en un cupcake, como postre”.

Potencial para crecer

La moda por los cupcakes empezó a comienzos del año 2000 y algunos dicen que ya pasó. Pero Jiménez dice que a ella no le preocupa, porque a diferencia del Oeste de Los Angeles, en el Este hay mucha actividad nueva por los cupcakes.

Jiménez, una mujer vibrante y carismática, dice que  ¡Viva Los Cupcakes! vende entre ocho y treinta docenas de cupcakes en cualquier fin de semana. El precio promedio de cada uno de sus cupcakes es de 3 dólares, y dice que después de descontar los costos, su ganancia semanal varía entre 400 y 1,500 dólares. También ofrece servicios de catering durante la semana.

Jiménez lleva adelante el negocio de  ¡Viva Los Cupcakes! con la ayuda de amigos y familiares. A través de las redes sociales, Enrique Núñez, novio de Jiménez, ayuda a informar a los clientes y seguidores sobre los próximos eventos y servicios de catering. La madre y la hermana de Núñez ayudan a Jiménez a hornear los cupcakes en una cocina comercial.

Núñez considera que buena parte del éxito del negocio se debe a la personalidad de Jiménez. “Es una persona cálida, que hace sentir a todos bien”, dice, y “dedica tiempo a establecer una relación especial con sus clientes”.

 ¡Viva Los Cupcakes! también puede encontrase en mercados agrícolas en el centro de Los Angeles y en Eagle Rock, en Forking Good Café en Whittier y pronto también se podrán adquirir en Dinosaur Café, que está por inaugurarse, en Silver Lake.

Jiménez está buscando un inversionista que le ayude a abrir una tienda de cupcakes. “Me encantaría hacerlo en Boyle Heights”, dice, “porque me gustaría estar entre el Este de Los Angeles y el centro. Me va muy bien en ese lugar”.

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