
La rivalidad comienza a una edad temprana en lo que respecta al clásico de futbol americano mejor conocido como el Clasico del Este de Los Angeles, el tradicional enfrentamiento entre las escuelas preparatorias Roosevelt y Garfield.
Hace más de 20 años que dos equipos de la liga juvenil Pop Warner, los Wolfpack y los Bobcats, entrenan a los jóvenes de Boyle Heights y del Este de Los Angeles para convertirse en importantes jugadores de los equipos de futbol americano de sus preparatorias.
Los dos equipos sirven como “semilleros” donde los chicos de seis a trece años sueñan con jugar en este gran clásico con 87 años de tradición.
“Siempre soñé con jugar el clásico y ganarle a Roosevelt”, dijo Lance Fernández, de 17 años, corredor de los Bulldogs de la Garfield, que recibió el título de jugador más valioso (MVP) en los últimos dos clásicos.
El partido de este año se jugará esta noche en el East Los Angeles Community College, como ya es tradición desde 1951. El Clásico inició en 1925, pero los partidos no se jugaron cada año. Esta noche, los equipos se enfrentarán en la edición 78 del Clásico.
A comienzos de este mes, los jugadores de Garfield se preparaban para este gran partido en un día de casi 100 grados Fahrenheit de temperatura, mientras que el entrenador principal, Lorenzo Hernández, les gritaba con voz áspera: “ ¡A rearmar, vamos, rápido!”
La rivalidad por el clásico comienza en realidad en los equipos de la liga juvenil Pop Warner. Dado que la fidelidad a un equipo comienza a una edad muy temprana, no resulta sorprendente que haya un nivel de competitividad tan intenso en el partido clásico.
Fernández, que fue entrevistado hace pocos días momentos antes de unirse a la práctica con sus compañeros, tenía siete años cuando jugó futbol americano por primera vez en los Bobcats. Hoy, diez años después, todavía se mantiene en contacto con los entrenadores de los Bobcats y dice que ellos fueron quienes lo ayudaron a convertirse en un mejor jugador de futbol y estudiante.
“Fue divertido jugar con los Bobcats porque al principio no sabía realmente jugar al futbol, y luego establecí una relación con los entrenadores”, dijo Fernández.
“He mantenido estas relaciones toda mi vida y fueron las que me ayudaron a ser un mejor jugador de futbol”.
Fernández nunca se imaginó que recibiría el título MVP en los dos últimos clásicos. “Me sorprendió mucho ganar el MVP el primer año porque realmente no lo esperaba”, dijo.
Javier Cid, entrenador titular de futbol americano de Roosevelt, dijo que la mayoría de sus jugadores son veteranos de los Wolfpack. “Es nuestro semillero”, dijo, “igual que los equipos profesionales tienen sus ligas inferiores. Trabajan muy bien y les enseñan a los chicos los fundamentos del deporte”.

Los chicos que juegan en los equipos de la liga Pop Warner se toman el deporte con la misma seriedad que los adolescentes en la preparatoria.
Los chicos de la liga Pop Warner que juegan en los Bobcats y los Wolfpack practican en Salazar Park en el Este de Los Angeles, donde comparten una pequeña parte del campo de juego.
Durante una práctica reciente, los pequeños Bobcats seguían sin problemas las indicaciones de su entrenador y demostraban una clara dedicación, tal y como lo hacen los jugadores adolescentes en las preparatorias. Con sus camisetas sucias y sudorosas, recibían las indicaciones de los entrenadores.
“Me gusta porque me gusta lanzar la pelota”, dijo Diego Villaruel, de 8 años, que juega en los Bobcats.
“En otros tiempos, no teníamos mucho dinero para poder jugar en un equipo”, dijo Alex Villaruel, padre de Diego. “Por eso ahora, lo que no pude hacer en la niñez, quiero que mi hijo lo haga y no se pierda nada”.
Los padres dicen que apoyan la participación de sus hijos en los Bobcats y los Wolfpack como forma de mantenerlos activos y lejos de la calle. También les da la oportunidad de experimentar lo que significa ser parte de algo más grande que trasciende a ellos mismos.
Sin embargo, cuando los jugadores de la liga Pop Warner llegan a la preparatoria, se dan cuenta de que las expectativas para los estudiantes que son atletas son altas, y que los lugares en el equipo son limitados. Los jugadores de futbol deben mantener buenas calificaciones para poder jugar, lo que requiere lograr un equilibrio entre las tareas escolares y las prácticas de futbol americano.
“En Garfield, hay mucha competencia para ser parte del equipo. Si no trabajas con ganas, no juegas y cualquiera puede tomar tu lugar”, dijo Fernández. “Todos trabajan mucho y con ganas todo el tiempo, dentro y fuera del campo”.
Un jugador nuevo que demuestra determinación y esfuerzo en las pruebas puede quedarse con el lugar de otro jugador que puede ser bueno pero faltarle compromiso.

“Hay más competencia para permanecer en el equipo que para llegar a ser parte de él. Esto quiere decir que si alguien quiere jugar, lo que primero que miramos es el esfuerzo y después el talento”, dijo Cid, el entrenador de Roosevelt.
Desde 1925, los equipos de futbol americano de Garfield y Roosevelt se han enfrentado en el East LA Classic con el objetivo de ganar el título como mejor equipo del Este de Los Angeles. Unos 20,000 aficionados siguen el partido.
Elsie Fierro, madre de Jeremy Zamora, un niño de 8 años que juega en los Bobcats, dice que hoy estará pensando en el futuro de su hijo en el futbol americano mientras se juega el clásico.
“Tengo muchas ilusiones por ver a mi hijo crecer y llegar a la preparatoria”, dice. El clásico, agrega, “es un gran acontecimiento. Lo transmiten en los canales locales y mucha gente va al partido aunque no estudien en Garfield o Roosevelt. Van porque quieren experimentar el entusiasmo y ver de qué se trata”.
Juan Gutiérrez es un joven periodista del Pulso de Boyle Heights, un periódico bilingüe de la comunidad cofundado por La Opinión y la Facultad Annenberg de Comunicación y Periodismo de USC.