
Dado que faltan pocos meses para las elecciones generales, los ciudadanos en todo Estados Unidos se preparan para elegir a los mejores candidatos para los cargos de presidente, senadores y congresistas, y también están considerando proposiciones para el estado.
Muchos en todas partes se preguntan: “ ¿Cómo afectarán a nuestra comunidad las proposiciones en la boleta de votación de noviembre?” “ ¿Qué pasará en el futuro con las reformas de inmigración?” “ ¿Quién será nuestro próximo presidente, el demócrata Barack Obama, actual presidente, o el republicano Mitt Romney?”
Boyle Heights se verá afectado por las decisiones que tomen los políticos en Washington al igual que cualquier otro vecindario del país. Pero dada la gran cantidad de votantes infrecuentes y los numerosos residentes indocumentados que no pueden votar, la voz de los residentes de Boyle Heights no se está haciendo oír.
Ese es un problema, dicen los activistas comunitarios. Cuando los miembros de una comunidad no votan o no pueden votar, es difícil generar cambios positivos.
“A veces muchas personas ni siquiera se presentan a votar”, señala Lupe Loera, de 72 años, residente de Boyle Heights desde hace mucho tiempo, que trabaja en las mesas electorales del Centro de Re-creación Aliso-Pico desde hace aproximadamente 10 años. “Necesitamos ver lo que está pasando”, dice sobre la variedad de temas que asolan a la comunidad.
En las elecciones presidenciales celebradas en noviembre de 2008, que llevaron al Barack Obama a asumir el cargo de presidente, un momento histórico de participación electoral en el país, había 24,749 residentes de Boyle Heights inscriptos para votar, de unos 62,645 adultos. De los inscriptos para votar, aproximadamente una tercera parte, 8,000 personas, votaron realmente (solamente pueden votar los ciudadanos de EE. UU., con lo cual no todos los adultos cumplen con los requisitos).
En comparación, había 4.3 millones de adultos en el Condado Los Angeles inscriptos para votar de los 7.5 millones de adultos, y 78%, lo que equivale a 3.4 millones de personas, votaron en las elecciones de noviembre 2008.
Deseando votar
Entre ellos se encuentra Alicia Ortiz, de 49 años, indocumentada y madre de cinco hijos. Anima a las personas a tener una mayor participación cívica, aunque su situación migratoria le prohíbe votar. La residente del Este de Los Angeles trabaja como voluntaria en InnerCity Struggle, una organización que promueve la seguridad y la no violencia en su comunidad.
“Me pierdo muchas cosas, muchas oportunidades y muchos servicios”, dice Ortiz. “Me gustaría poder elegir al presidente y a los representantes de mi comunidad, y también tener candidatos que nos representen mejor a los padres y a la comunidad”.

Durante un domingo de tarde en la primavera, Ortiz recorrió las calles de Boyle Heights para pedirles a los ciudadanos de EE.UU. que firmaran una petición para presentar una propuesta en la hoja de votación de noviembre que aumentara los impuestos a las personas acaudaladas. Considera que el trabajo que está haciendo promueve cambios positivos y fomenta que se oiga la voz de las personas.
“Los cambios son buenos así no permanecemos estáticos”, dice.
Pero las estrategias de los activistas para aumentar la participación de los votantes no siempre son exitosas. “Es muy frecuente que no se llegue a los votantes del área de Boyle Heights”, dice Elisa Sequeira, encargada del programa para la participación cívica de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Nombrados (NALEO), una organización que promueve la participación de los latinos en el proceso político de EE.UU.
Incluso aquellas personas inscriptas como votantes no siempre emiten su voto. “Generalmente son votantes nuevos o infrecuentes que no conocen el proceso electoral”, agrega Sequeira.
NALEO ha hecho énfasis en los temas relacionados con la inmigración con el objetivo de aumentar la cantidad de votantes en las comunidades latinas. En abril, NALEO junto con L.A. Voice, una organización que enseña a las personas a hablar, actuar y participar en el escenario público, organizaron un taller sobre el proceso de naturalización en la Iglesia Nuestra Señora de Talpa en Boyle Heights. A este evento asistieron cientos de personas.
En la fila a las 5 a.m.
Votar “tiene un propósito”, dice Gerardo Parejas, de 39 años. “De esta manera espero tener más responsabilidades y beneficios”. Parejas manejó desde su hogar en Anaheim hasta Boyle Heights con sus documentos para la naturalización, y llegó a las 5 a.m. a esperar que comenzara el taller. Cree que el voto es un privilegio y que uno puede usarlo para ayudar a mejorar la comunidad.
“Necesitamos tener voz para poder elegir a nuestros propios representantes. Quizás una sola persona no cambie nada, pero aquí hay entre 200 y 300 personas y juntos podemos hacer una diferencia”, agregó.
NALEO se enfoca en comunidades latinas como el Este de Los Angeles y Boyle Heights ya que tienden a ser poblaciones numerosas que cumplen con los requisitos para obtener la ciudadanía estadounidense.
Si bien Loera, que trabaja en las mesas electorales de Boyle Heights, es ciudadana estadounidense de nacimiento, no comenzó a votar hasta que tenía más de 40 años, después de ser testigo de la gran violencia de las pandillas que tenía lugar en las calles de Boyle Heights.
A lo largo de los años, ha visto que su mesa electoral ha sido cerrada debido a la falta de votantes inscriptos. No sabe por qué las personas no ejercen su derecho a votar. Considera que votar y trabajar en las mesas electorales son una forma de cumplir con su deber para con la comunidad.
“Seguiré votando”, dice, “mientras pueda”.