
El pequeño edificio de color anaranjado fuerte, que lleva pintado el esqueleto de un mariachi con un guitarrón, está ubicado en la esquina de las calles First y State. A medida que uno se acerca a la entrada del lugar, puede oír los fuertes sonidos de cornetas y las altas armonías de canciones rancheras por los altavoces montados en el marco de la puerta. Al entrar al edificio, se siente el piso vibrar.
Dentro de La Casa del Músico, el pequeño espacio está repleto de instrumentos que cuelgan de la pared y del techo. En las vitrinas se exhiben muchos tipos de accesorios para músicos: cuerdas, afinadores, correas, púas y mucho más. Las mesadas están apiladas con CD de músicos famosos y no tan famosos. El suelo está repleto de estanterías con libros de aprendizaje y colecciones musicales, desde mariachi a ranchero y de jazz a rock and roll.
Las paredes sin instrumentos están cubiertas de fotografías autografiadas por todos los grupos musicales que han visitado esta casa a lo largo de las últimas tres décadas.
Si bien la casa tiene una rica historia, su futuro es incierto.
Hace varias décadas, Rubén y Margarita Ortega iniciaron su negocio musical vendiendo CD en un puesto pequeño cerca de Plaza Mariachi en Boyle Heights. Los músicos que se congregaban en la plaza comenzaron a pedirles cuerdas para sus instrumentos. Los Ortega abrieron entonces una tienda de artículos generales cerca de la plaza, y en 1979, la convirtieron en La Casa del Músico.
“Cuando comenzamos con la tienda, el mariachi fue nuestro primer cliente”, dice Margarita Ortega. Más tarde, la tienda comenzó a orientar sus servicios a los músicos del jazz, del rock and roll y a todos aquellos que necesitaran instrumentos musicales.

Sergio Ribera, un mariachi local, conoce a los dueños y los saluda por su nombre cuando visita la tienda. Dice que la tienda le resulta muy práctica. “Necesitamos una tienda cerca de aquí, en la plaza, para comprar lo que necesitemos, cuando se necesite”, dice.
Desde hace 33 años, Rubén Ortega, de 77 años de edad, trabaja largas horas en La Casa del Músico. Dice que se requiere mucha disciplina para mantener una tienda funcionando durante tanto tiempo.
Rubén Ortega no es músico. Intentó aprender a tocar la guitarra más tarde en su vida, pero la artritis se lo impidió por el dolor. Pero de todas formas, se le ilumina el rostro cuando habla de algunos músicos famosos que visitaron la tienda.
En 2002, Bob Dylan, el legendario cantante de folk rock y compositor, estuvo en Boyle Heights filmando la película “Masked and Anonymous” (traducida al español como “Anónimos”). Este músico famoso por celar su privacidad mandó a su asistente por adelantado para avisarle a Rubén Ortega que iría a visitar la tienda. Rubén Ortega dijo que cuando Dylan llegó, vio una guitarra, la tomó y se sentó en el suelo a tocar. Más tarde, Dylan compró un saxofón. Los Ortega todavía tienen la copia del recibo de 800 dólares colgado en la pared.
Gabriel Tenorio es un músico y compositor local que cocompuso la banda de sonido para el documental nominado al Óscar, “The Garden” (El jardín). También es copropietario de Guadalupe Custom Strings en César Chávez Street, donde fabrica cuerdas artesanales para guitarra. Hace unos siete años que trabaja con los propietarios de La Casa del Músico. “Mi empresa fabrica las mejores cuerdas para guitarrón del mundo, y a pesar de ser costosas, La Casa del Músico vende mucha cantidad”, dice Tenorio.
Después de más de tres décadas de trabajar con mucho esfuerzo en la tienda, los Ortega desean jubilarse. Si bien la tienda está a la venta, los Ortega no saben todavía si se venderá. “Pues, hay dos o tres personas interesadas, pero todavía no sabemos quién”, dice Rubén Ortega.
La persona que quede a cargo del negocio tiene que ser joven, fuerte y traer ideas nuevas, agrega Rubén Ortega. “Esta tienda puede dar más, pero nosotros ya estamos cansados”, dice.
Tenorio está de acuerdo, dice “espero que un empresario joven con visión y disciplina asuma esta tarea”.
Algunos de los músicos locales de la Plaza Mariachi no les agrada la posibilidad de que la tienda cierre.
La mariachi Patricia Flores dice, “Es práctico porque todo está muy a la mano”.
Eleno Caro, miembro de Mariachi Real de Oro, hace 15 años que visita La Casa del Músico. “Es mejor que no se retiren”, dice.
Tenorio está de acuerdo. Vive en Boyle Heights desde finales de la década de 1970 y recuerda a varias empresas que trabajaron en el vecindario, se hicieron famosas y luego se mudaron a zonas más de moda. Sentiríamos mucho la falta de La Casa del Músico si cerrara, dice.
La tienda le ha dado algo importante al vecindario en su conjunto, no solo a los músicos”, agrega. “Es un ejemplo de una empresa que ha invertido en la comunidad al permanecer en esta comunidad”, afirma.