Hoy se cumplen veinte años desde aquellos eventos en que la violencia y la destrucción asaltaron algunas zonas de la ciudad de Los Angeles, convirtiéndose en uno de los acontecimientos más significativos en la historia reciente de la ciudad.
Si bien los vecindarios de Boyle Heights y del Este de Los Angeles no se vieron afectados por los disturbios de 1992, la desesperación que cundió en otras partes de la ciudad dejó una marca duradera en los miembros de la comunidad.
Le pedimos a algunos residentes de Boyle Heights que volvieran atrás en el tiempo y compartieran lo que recordaban de los disturbios ocurridos en Los Angeles. Aquí les presentamos los recuerdos de cuatro personas, que de alguna forma quedaron marcadas por dichos eventos y dicen que todavía hay mucho que hacer para seguir mejorando.
Si bien el estudiante José Moreno era demasiado joven para recordar las imágenes de 1992, se vio afectado igualmente por los recuerdos que su padre compartió con él y por el impacto que tuvieron los disturbios en su familia.
La propietaria de una empresa, Alma Díaz, de 37 años, había emigrado recientemente de El Salvador cuando ocurrieron los disturbios. Si bien sintió miedo en un país nuevo, las escenas de violencia no le resultaron una novedad, ya que había sido testigo de una guerra civil en su propio país.
Abe Flores, encargado de defensoría de Arts for LA y colaborador con el Pulso de Boyle Heights, recuerda cuando lo entrevistó el L.A. Times durante los disturbios. Si bien su comunidad de Boyle Heights no sufrió grandes daños, sintió gran preocupación por los familiares que tenía en el Sur de Los Angeles.
El fotógrafo Rafael Cárdenas fue testigo de primera mano de los disturbios y todavía recuerda el sonido de los disparos y de la destrucción. Reconoce que los eventos fueron horrendos y que fue uno de los tantos que participó de los hurtos ocurridos tras los disturbios.